
En una de las encuestas más grandes de datos sobre hábitos alimentarios globales y longevidad, los investigadores encontraron que el consumo de verduras, frutas, pescado y granos integrales estaba fuertemente asociado con una vida más larga, y que las personas que consumían estos alimentos saludables tenían más probabilidades de morir antes su tiempo.
El estudio, publicado el miércoles en la revista británica The Lancet, concluyó que una quinta parte de las muertes en todo el mundo estaban relacionadas con dietas deficientes, definidas como las escasas en verduras frescas, semillas y nueces, pero cargadas de azúcar, sal y grasas trans.
Según los investigadores, en 2017 se llegó a 11 millones de muertes que podrían haberse evitado. La investigación encontró que la mayoría de ellos, alrededor de 10 millones, eran de enfermedades cardiovasculares. Los siguientes mayores asesinos relacionados con la dieta fueron el cáncer, con 913,000 muertes y la diabetes tipo 2, que se cobró 339,000 vidas.
“Estas cifras son realmente sorprendentes”, dijo el Dr. Francesco Branca, el principal nutricionista de la Organización Mundial de la Salud, que no participó en el estudio. “Esto debería ser una llamada de atención para el mundo”.
El estudio, que fue financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, cubrió los hábitos alimentarios globales de 1990 a 2017 y realizó un seguimiento del consumo en 15 categorías, que incluyen leche, carne procesada, mariscos, sodio y fibra.
Los investigadores analizaron datos de 195 países y encontraron que Papúa Nueva Guinea, Afganistán y las Islas Marshall tenían la proporción más alta de muertes relacionadas con la dieta, mientras que Francia, España y Perú tenían algunas de las tasas más bajas. Los Estados Unidos ocuparon el puesto 43. China estuvo entre los peores con 140.
El estudio encontró una diferencia diez veces mayor entre los países con las tasas más altas y más bajas de muertes relacionadas con la dieta. Por ejemplo, Uzbekistán tuvo 892 muertes por cada 100,000 personas en comparación con 89 en Israel.
Más allá de su aleccionadora conclusión, el estudio fue notable por lo que prescribió: en lugar de intimidar a las personas para reducir su consumo de grasas y azúcares que se correlacionan con la enfermedad y la muerte prematura, los autores determinaron que agregar alimentos más saludables a las dietas globales era más efectivo. Manera de reducir la mortalidad.